sábado, 16 de julio de 2011

Inventario.-

Las cosas que me dicen cuando callas,
los pájaros que anidan en tus manos.
El hueco de tu cuerpo entre las sábanas,
el tiempo que pasamos insultándonos.

El miedo a la vejéz, los almanaques,
los taxis que corrían despavoridos.
La dignididad perdida en cualquier parque,
el violinista loco, los abrigos.

Las lunas que he besado yo en tus ojos,
la historia que se mofa de nosotros...
El espacio que ocupas en mi alma,
la locura asechando agazapada.

La batalla diaria entre dos cuerpos,
el llanto en las esquinas del olvido.
La ceniza que queda, los despojos,
el hijo que jamás hemos tenido.

El tiempo del dolor, los agujeros,
el gato que maullaba en el tejado.
El pasado ladrando como un perro,
el exilio, la dicha, los retratos.

La lluvia, el desemparo, los discursos,
los papeles que nunca nos unieron.
Tu nombre en la cubierta del cuaderno,
tu modo de abrigarme el corazón.

Mi barca a la deriva, mi canción,
el bramido del viento entre los árboles.
El silencio que escribes como un muro,
tantas cosas hermosas que se han muerto.

El tiránico imperio del absurdo,
los oscuros desvanes del deseo...
El beso que se pudre en nuestros labios,
el naufragio de tantas certidumbres.

El derrumbe de dioses y de mitos,
la oscuridad en torno como un túnel.
La cama navegando en el vacío,
el desmoronamiento de la casa.

El sexo rescatándonos del tedio,
el amor como un rito en torno al fuego.
El insomnio, la ausensia, las colillas,
el arduo aprendizaje del respeto.

Las heridas que ya ni Dios nos quita,
la mierda que arrastramos sin remedio.
Todo lo que nos dieron y quitaron,
los años transcurridos tan de prisa.

El pan que compartimos, las caricias,
el peso que llevamos en las manos.-

Joaquín Sabina.-

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